domingo, 31 de enero de 2010

La envidia según Santo Tomás de Aquino

D. Israel nos comentó este viernes pasado muchas cosas interesantes que nos ayudan en nuestra vida cotidiana, siguió las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino.
La envidia es: el pecado que más vergüenza nos causa, nadie piensa que es envidioso.
Tiene su raíz en: no aceptar una relación que una persona tiene con otra persona o grupo. Esta no-aceptación existe porque, en el fondo, el hombre orgulloso quiere poseer en exclusividad dicha relación. Al querer ser el nº 1, el mejor, el orgulloso es "incapaz de ver" al que le hace sombra.
Consecuencia: el envidioso esconde siempre un sentimiento de tristeza profundo. La envidia recome a la persona haciéndole incapaz de vivir dentro de la Iglesia y de la humanidad misma. Es incapaz de aceptar y gozar de la comunión de los santos. Daña a la sociedad humana misma al no poder ver la unidad en la diversidad. El envidioso en el fondo se encuentra solo. Por eso causa una tristeza profunda, por la enorme soledad que crea en quien la posee.

¿Qué es, entonces, la envidia? La envidia no es desear los bienes de otro, esto lo llama el Aquinate: celo. Por ejemplo: desear ser santo como lo es San Juan de la Cruz no es pecado. La envidia es reaccionar con tristeza frente al bien del otro porque considero que me impide ser el primero. Tiene como fundamento el conocimiento del bien del otro como un mal para mí. Se ve claramente la profunda relación que el orgullo tiene con la envidia.
Remedio contra la envidia: la humildad. La humildad no es otra cosa que la verdad de uno mismo. Y esta verdad no es la idea que yo tengo de mí, sino la idea que Dios tiene de mí. En esta idea se contiene no sólo quiénes somos ahora, sino quiénes estamos llamados a ser. Alegrarnos del bien ajeno y no mirarnos tanto a nosotros mismos. Pedirle al Espíritu Santo el don de ciencia para que nos dé el conocimiento de nosotros mismos como pecadores y conocimiento de la alta dignidad a la que hemos sido llamados por el bautismo en la plan de Dios.

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