sábado, 23 de enero de 2010

Vencer la soberbia con actos de humildad

Ayer, D. Francisco García, en su exposición sobre el primer pecado capital, la soberbia, nos dijo bastantes cosas que nos pueden ayudar en nuestra vida cotidiana. Entre ellas, el hecho de que nos preocupa quedar bien ante los demás por encima de cualquier cosa.
En el origen de este pecado nos encontramos con el deseo de ser Dios, quitarle su sitio y ponerme yo: ¿quién es Dios para decirme lo que debo hacer, lo que está bien o mal? "Seréis como dioses" leemos en el relato de la tentación en el Génesis. El problema es que no nos conformamos con nosotros mismos, no terminamos de "gustarnos" ni de aceptarnos. Esta vida nos arremete tan fuerte que no nos da tregua para que pensemeos en lo que estamos haciendo, tan sólo: ruido, ruido y ruido.
Caín quiso ofrecer el mejor sacrificio a Dios, de manera que su hermano Abel, que ofreció otro, no pudiera competir con él (aquí tenemos el primero pecado: soberbia). A Dios le gustó más el de Abel y Caín tuvo envidia (segundo pecado). Esto le llevó a la ira (tercer pecado capital). Por último, Caín termina matando a su hermano Abel (cuarto pecado: homicidio). Como vemos hay todo un desarrollo psicológico y espiritual desde que comienza el primer pecado hasta que acaba por matar a su hermano. Pues, así son todas las tentaciones. Unas empiezan de una forma y otras de otra, pero, ¡ojo! que todas nos llevan muy sutilmente a pecar. Estemos atentos y muy confiados en el Señor siempre. Todo lo debemos esperar de la gracia de Dios y todo lo debemos de temer de nuestra debilidad.
Lo que vence la soberbia es la humildad y para obtenerla hay que recurrir a la oración. La soberbia no te deja rezar, ya que rezar es reconocer que necesito de Dios y esto no lo podemos reconocer cuando tenemos la soberbia de sentirnos autosuficientes. Me impide este pecado ser agradecido a Dios por todo lo que me da, porque, considero que yo me lo merezco. Aqui nos expuso D. Francisco como ejemplo la parábola del fariseo y del publicano.
Cristo es maestro de humildad. Quiso pasar por muchas humillaciones para enseñarnos el camino que todo hombre debe seguir. Su humildad llega hasta el extremo de hacerse Pan eucarístico para que tú puedas comerlo y tener así vida eterna. Y puedas encontrar en Cristo tu paz y vencer tu soberbia a base de humildad.

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